martes, 12 de abril de 2016

Estoy yo y no soy un pez rojo.
Estoy dentro de la pecera
la más hermosa de todas
y no soy una chica inteligente
salvo cuando imito ser quien no soy.
Por lo general suelo contar historias tristes
historias sobre la vejez, sobre el miedo, sobre la muerte.
Suelo deprimirme con cierta frecuencia
y durarme la melancolía como me dura una borrachera.
Pero ahora estoy tranquila
supongo que es normal
soy una chica con vocación innata al desacato
tres días y ya está
y me vuelvo al dormitorio,
allí me esperan cuatro asesinos.
Mi asesinos no tienen patria
todos quieren tener mis nostalgias
o al menos eso es lo que me han dicho
yo rara vez comparto esa virtud
pero ellos ya lo saben y por eso vienen
con aparente solidaridad a matarme.
Yo no sé que decirles
ahora estoy algo feliz
ahora escribo que cae la lluvia
sobre las escaleras mecánicas
que vivo un amor inocente con todos los chicos del metro
pero ellos insisten y mientras me matan
lloran todos a la vez y me mojan con sus lágrimas fluorescentes.
Y no soy un pez rojo
ni tampoco estoy loca
mientras duro con vida
mis heridas se convierten en una certeza breve
tan breve como la grandeza de la muerte.